Bodegón con mangos
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Resumen
Las frutas son un don de Dios y su variedad un regalo inapreciable. No he dejado jamás de sorprenderme al ver esparcidas en la naturaleza las dulces mandarinas, los copos de nieve y de miel de las guanábanas, el sabor incomparable de los bananos, el azucarado líquido de la esponjosa piña, la polvorienta y sin igual algarroba, la insípida, pero enviciadora guama, el sabor a flor de las pomas. Y es que las frutas tropicales -de las cuales he elaborado esta pequeña lista- literalmente nos atacan con sus agresivos sabores que se anuncian siempre - por su penetrancia- de esos olores inconfundibles que permiten al hombre en esa sublime conjunción olor-sabor disfrutar de esas dádivas fabricadas por Dios con tanto esmero.