Síntesis sistemática sobre la propia identidad de los ministerios y carismas en la Iglesia

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Alberto Ramírez

Abstract

El estado de renovación en el cual ha entrado la Iglesia Católica en forma oficial, desde la celebración del Concilio Vaticano II, ha tocado todos los niveles de la existencia de la misma. El interés final de esta renovación puede ser definido como intención pastoral, intención que caracteriza, como una sensibilidad general, a toda la labor del Concilio. Este nivel corresponde propiamente al aspecto práctico de la realidad eclesial: es el nivel de la praxis. De la misma manera la teoría eclesial, en el sentido noble del concepto de teoría, se convirtió también en objeto de renovación. La Iglesia ha tomado conciencia lúcida de su ser y de su misión. A este aspecto de la renovación lo denominaríamos, si se excluye toda la ambiguedad o plurivalencia del término, teológico. La comprensión lúcida que ha vuelto doctrina oficial los mejores esfuerzos y trabajos de la teología de los últimos años ha permitido expresar de manera actual y comprensible la realidad de la Iglesia. Sin embargo, la teoría, aún la mejor y aún animada por una intención práctica, la de la sensibilidad pastoral, no realiza automáticamente los deseos expresados. La labor conciliar y la teología consagrada por ella no pueden ser considerados más que como un comienzo nuevo y abierto, que debe extenderse en el futuro de manera creadora y que sólo puede ser verificado por la praxis misma eclesial. En este sentido, la labor teológica no queda clausurada por las afirmaciones oficiales del magisterio, como si lo que en el futuro pudiera ser logrado por ella no fuera más que la repetición de lo establecido oficialmente. El proceso teológico no sólo es siempre posible, sino que es una necesidad urgente. (…)

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