Elogio de la complejidad
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Abstract
En 1973 emprendimos en Mendoza, Argentina, un proceso de transformación de la Escuela de Periodismo hacia el universo de la comunicación. La institución había sido fundada unos diez años antes sobre la base de los programas que difundió CIESPAL en toda América Latina, dirigidos a capacitar a los periodistas a partir de una propuesta de cultura general y de libros traducidos de autores de la corriente norteamericana de aquellos tiempos. El organismo que decidía abrir la carrera recibía todo, desde los programas de cada curso hasta la bibliografía impresa. Al cabo de un proceso en el que participaron docentes y estudiantes, cambiamos la denominación del establecimiento, Escuela Superior de Comunicación Colectiva, y propusimos tres líneas de estudio: comunicador universitario, comunicador municipal y comunicador social. El llamado a la cultura general se transformó en un intento de situar a los alumnos en el contexto social de la Argentina de entonces y de América Latina; en las líneas indicadas buscábamos ofrecer capacitación para la gestión de la comunicación (no utilizábamos todavía el término “gestión” pero intentábamos abrir caminos en el hacer en esos frentes) sostenida por la teoría en el campo del lenguaje, de las organizaciones y de la capacidad de moverse en medios masivos y comunitarios.