La santa sede ante el derecho moderno
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Resumen
La existencia de la Santa Sede como persona de derecho internacional, independiente de los estados, es un hecho histórico tan claro como el mundo cristiano que divide la edad del hombre en dos períodos: antes de Jesucristo y después de Jesucristo. Europa es cristiana lo mismo que la América, debido al influjo de la Iglesia; y la existencia de nacionalidades no surgió del poderío romano, conquistador y absorbente, sino de la infiltración del cristianismo a través de Constantino, Teodosio, Justiniano y los bárbaros a quienes ella dio cultura y espíritu jurídico. Cuando Voltaire afirmó que Europa había nacido merced al catolicismo y al Pontificado, no hizo sino resumir una página de muchos siglos. No son los estados modernos los que han creado la soberanía internacional de la Santa Sede, sino ella la que presidió su formación y los hizo posibles. El Tratado de Letrán, uno de los documentos en que han colaborado mayor número de juristas y canonistas de alto alcance, reconoce este hecho inmortal de la soberanía de la Iglesia por naturaleza: Italia reconoce la soberanía de la Santa Sede en el dominio internacional como un tributo inherente a su naturaleza, en conformidad con su tradición y con las exigencias de su misión en el mundo... El Hecho católico de la soberanía de la Santa Sede lo concede Duguit, positivista, en los siguientes términos: «La Iglesia católica está fuertemente integrada, poderosamente jerarquizada y centralizada; es internacional, y forma una persona del derecho de gentes... Hoy esta cuestión no es discutible ni discutida». (…)