San Ignacio, capitán y fundador
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Resumen
La Compañía de Jesús fue fundada por un grupo admirable de universitarios católicos. En Salamanca, cátedra de Vitoria y Fray Luis; en Alcalá de Hanares donde fue bautizado Cervantes y forjó Jiménez de Cisneros los cimientos del profundo humanismo cristiano de la contrarreforma; en París que todavía enseñaba a Santo Tomás Y a San Alberto en la Sorbona; en Venecia competidora del turco en el Adriático, y en Roma, finalmente, aquellos varones inmortales llamados Iñigo de Loyola, Fabro, Laínez, Bobadilla, Salmerón, Rodríguez y Javier, crearon una nueva forma de vida en común, una orden militante, audaz y en consonancia con los tiempos en que las mesnadas de Lutero amenazaban igualmente la unidad de Europa y el vínculo social, histórico y teológico de la cristiandad. Las bases espirituales habían tenido comienzo en Pamplona, cuando un capitán herido empezó a sentirse caballero de la cruz; leyó y meditó la Imitación de Cristo y el Flos Sanctorum, para luego despojarse de títulos y prebendas en las alturas de Monserrat, delante de la Virgen Nuestra Señora que lo quiso educar sobrenaturalmente en los caminos del Señor. En Manresa se comenzarán aquellos ejercicios espirituales en un éxtasis amoroso y doloroso, ejercicios que serán la base y fundamento para aquellos estudiantes de varias naciones en su formación espiritual, en la acerada disciplina interior, en el despojo de las tres concupiscencias para asemejarse a su Capitán Jesús. (…).