Palabras de un viejo colega
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Resumen
(Capítulos de la Tesis de Grado presentada para optar el título de Doctor en Derecho)
LA BIZNIETA
Aquel abogado viejo se había dejado crecer la barba hasta la zona media entre las tetillas y el ombligo. Esa barba era larga y blanca, como su vida mismo. Hasta las suaves curvas de su ondulación eran un remedo de la inocencia. Porque las barbas crecen espontáneamente, y son por ello un remedo del alma. Hay barbas de chivo, como las que Darío cantó en Valle-Inclán, y figuran almas zurdas, llenas de imaginación proclive, encenagadas en los incentivos de su propia lujuria. Hay también barbas puntiagudas, esponjosas y livianas, que simplemente retratan la vanidad de las almas. Pero la barba larga y blanca de don Antera, blanca y larga como su vida misma, tenía contornos de ingenuas redondeces, que son el dibujo de la serena faz de la bonbarbas de Dios, si Dios, por viejo y bello, quisiera tener barbas. Barbas de Dios, si Dios, por viejo y bello, quisiera tener babas. (…)