Un día para el Johnny
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Resumen
La mujer le dijo, “déjame leer las uñas de tus pies”. Y el hombre sonrió al verla agacharse para mirar lo que decían esas uñas comidas por la sal y que ya no eran planas sino redondas y encorvadas y con figura de caracol partido. Hacía calor esa tarde, un calor de fuego que lo amarilleaba todo y cargaba el aire con olores espesos. “Y bueno, qué dicen las uñas”, preguntó el hombre a la mujer. “Todavía no dicen nada, déjame leer”, respondió ella levantando la mano repleta de anillos baratos, dos de ellos en forma de pescado. El hombre se tiró hacia atrás sobre la silla de mimbre, escarbó sus dientes con un palillo y se acarició el bigote recto, negro y delgado. La mujer le puso una mano encima del muslo y siguió hacia la ingle.