Pocaterra: itinerario a la zaga del remordimiento
Contenido principal del artículo
Resumen
Carlos marchaba al garete, dejando que la cabalgadura, ella sola, buscase el camino del regreso. Ni el paisaje que cruzaba en mal camino, ni el monótono ambiente de esa hora vespertina, nada le inquietaba, nada le distraía. Sólo su pesadumbre, colgada como lastre incómodo a su vera. Una pesadumbre que fue tornándose, por extraña alquimia psicológica, en un tremendo remordimiento que era para él, ahora, algo así como un ubicuo peón de estribo en su itinerario de regreso. Un remordimiento de haber obrado mal hacía nueve meses, y también de haber obrado mal ahora. Remordimiento frente a Dios, remordimiento frente a Inesita, remordimiento frente a sí mismo. A su zaga mantenía al extraño acompañante que lo asediaba y acosaba, que lo fijaba a la tierra como peso muerto del cual no podía desprenderse. Su espíritu era para ese remordimiento un dócil corcel al que espoleaba y gritaba, llevaba del cabestro o animaba a latigazos, sin compasión ni descanso. Toda la pesadumbre de antes, que tenía tan caros nombres propios, se había escurrido cielo arriba o sierra abajo para dar campo a este amargo huésped que lo ataba y confundía, que lo mantenía insular en mitad del paisaje, marchando al garete por el camino que lleva a la capital.(…)