Los cuatro amores de Miguel Angel

Resumen

A -  Amor a la piedra

Es tierra más compacta. La tierra nos atrae. Miguel Ángel apenas habla: no es más que un bebé que juega con herramientas de tallista en un jardín de artesanos. "Oye todo el día el chirriar de la sierra que muerde la piedra, los golpes sordos del mazo, el rechinar del cincel. Sus ropas, como las de los demás habitantes de la casa, se hallan cubiertas de un fino polvo de mármol. Los obreros trabajan en el patio, y sus canciones se mezclan al estrépito de las herramientas. Desde que es lo bastante grandecito para caminar, el niño circula entre ellos acostumbrado a este canto del metal en la piedra que adquiere ya para él un acento heroico. Canto de lucha, canto de victoria. ¿No es el triunfo de imponer al mineral bruto la forma de los sueños, el más bello que pueda alcanzarse sobre la materia?" (…)