Una carta, un mensaje, una esperanza
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Resumen
Con ocasión del Año de la Familia, el Santo Padre Juan Pablo II envió a las familias del mundo una Carta muy significativa, con características de "personal". Una Carta distinta en la forma a otras que él mismo ha enviado. La diferencia está en la metodología: escrita a cada familia, escrita a cada uno de los miembros de esta comunidad de personas. Más aún, es una Carta escrita con la cercanía y el afán de quien se siente en la obligación de enseñar la verdad y de llegar a todos los hombres, de toda condición, incluso en la diversidad de credos y religiones. "La mía es, pues dice el Papa- una invitación dirigida especialmente a vosotros, queridos esposos y esposas, padres y madres, hijos e hijas. Es una invitación a todas las Iglesias Particulares (...); a los hermanos y hermanas, a los que nos une la fe común en Jesucristo, aunque no vivamos aún la plena comunión querida por el Salvador; a todos aquellos que, participando en la fe de Abraham, pertenecen como nosotros a la gran comunidad de los creyentes en un único Dios; a aquellos que son herederos de otras tradiciones espirituales y religiosas; a todos los hombres y mujeres de buena voluntad" (Carta a las Familias, n. 23). Es una Carta, repito, que el Sucesor de Pedro ha querido hacer llegar a cada familia, y en el seno de su propia casa; él llama a la puerta de todos los hogares ( cfr. n. 1) y se dirige "a cada familia de cualquier región de la tierra donde quiera que se halle geográficamente y sea cual sea la diversidad y complejidad de su cultura y de su historia". (…)