De la instrucción humanista a la formación humanitarista
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Resumen
Convertido el activismo en el rasgo distintivo de la tardomodernidad, el hombre se ha dedicado a vivir afanosamente, corriendo de acá para allá, afanándose sin tregua y sin argumento, como «una ardilla girando incesantemente en su jaula», viviendo una vida sin finalidad, sin metas, sin proyectos, sin poesía, en el eterno retorno de lo mismo; experimentando cada día la condena de Sísifo, solo, sin ideales, sin saber compartir ni trascender.